26 de abril de 2008

Claudia Sheinbaum; una de las Adelitas para orgullo de la izquierda mexicana.


Por el bien de todos, primero los pobres.

Con Información de la revista Líderes Mexicanos Viernes 01 de abril de 2005.

CLAUDIA SHEINBAUM

UNA INVESTIGADORA EN EL GOBIERNO

La Secretaria del Medio Ambiente del Distrito Federal (con AMLO en 2005) no es una política, es una científica. Descubrimos en la delgadísima responsable de los controvertidos segundos pisos de la capital mexicana, a una mujer comprometida, alegre y que cree 100% en su obra.

Texto: Jesús Isaac González
Fotografías: Maritza López

Secretaria del Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad de México (con AMLO en 2005)

Antes del 2000 no se pensaba en un segundo piso para el Periférico y otras vialidades; Chapultepec era un caso complicado en el tema ecológico y uno nunca se imaginaría ver algún día la avenida Insurgentes libre de microbuses y camiones. Ideas como estas pasaron por el escritorio de esta mujer que nos pone al tanto de cómo fue posible convertir en acción la teoría.

En efecto, Claudia Sheinbaum estaba muy a gusto en la academia, investigando, haciendo cálculos, hasta que llegó la invitación: hacerse cargo de la Secretaría del Medio Ambiente en el Gobierno de la Ciudad de México. Antes, sus aspiraciones por el tema social crecieron con su participación en movimientos estudiantiles en el Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM, plantel sur. Ella dice que era natural su interés por estos temas, sus padres así la formaron: “Mi madre participó como profesora en el movimiento de 1968, de ahí viene esta idea que nos inculcaron a mí y a mis hermanos de no estar impávidos viendo cómo pasan las cosas, sino siendo partícipes de los cambios”.

Así fue que el Instituto de Ingeniería de la UNAM aceptó su comisión. Ella tomó su título de licenciada en física, de maestría y doctora en Ingeniería Energética, armó su paquete de recuerdos y se trasladó al edificio que está al lado del Palacio Nacional, frente a la Catedral Metropolitana. Ya era Secretaria de Gobierno. Ahora empezaba a trabajar en el servicio público.

La figura de un personaje en bata, entre hojas y cálculos, con el dedo índice largo de tanto hacer clic en el mouse no es precisamente la mejor manera de imaginarse a Claudia. Es una mujer con fortaleza y convicciones, “en el 88 me embaracé, justo cuando entré en la maestría. Fui mamá y a la vez saqué adelante mis estudios”.

Antes de eso, terminando la licenciatura se fue a vivir cuatro años a Michoacán en donde estuvo en proyectos de investigación del consumo de energía en comunidades rurales. El resultado fueron diseños para estufas de leña más eficientes, entre otras cosas. Así nos lo comparte: “Siempre tuve mucho interés en la necesidad de cambiar al país, por eso cuando Andrés Manuel me propone venir a trabajar con él, me pareció una oportunidad para hacer cosas que estando en la academia creía que se tienen que hacer, pero que no siempre se consiguen”.

Entre los temas de investigación que venía haciendo antes de ser funcionaria estaba el cambio climático, que la llevó a elaborar el Programa de Acción Climática de la Ciudad de México. Pasar de la teoría a lo concreto implicó un gran salto que algunos investigadores desean y otros no. Para Claudia esto fue una oportunidad.

Cuando habla de las razones que la hicieron estar en el puesto de Secretaria del Medio Ambiente, ella piensa en el azar, en un amigo mutuo que la presentó con López Obrador. “Siempre he pensado que las personas están en ciertas posiciones por azar, no porque seas la non plus ultra y te hayan elegido para no sé qué, sino que se dan ciertas posibilidades de tal manera que de pronto yo era ya Secretaria del Medio Ambiente”. Sin embargo, fuera o no la mejor, tenía frente a sí un gran reto: la Ciudad de México, labor complicada desde donde se le quiera ver.

Para tomar este reto hizo uso de una de sus características personales: “lo que sí es que soy una persona muy obsesiva, no me gusta dejar las cosas a medias, si tengo la oportunidad de ser funcionario público tengo que dar todo de mí para poder cambiar las cosas”. Lo que había que cambiar era realmente lo importante.

La Secretaría está a cargo de distintas áreas de gobierno, una que tiene que ver con el suelo de conservación de todo el DF. La mitad del territorio de la capital sigue siendo rural, y de esa mitad aproximadamente 30% siguen siendo bosques, si esos bosques no sobreviven la Ciudad de México no sobrevive, porque ahí es donde se recargan los acuíferos de la ciudad. Otra parte tiene que ver con las áreas verdes urbanas, y particularmente las grandes áreas verdes, que son los bosques de Chapultepec y Aragón.

“El darle un saneamiento a todas estas áreas, que sigan brindando servicios ambientales y al mismo tiempo que sigan siendo espacios de recreación para la población es otra área muy importante”.

La otra responsabilidad tiene que ver con la cuestión del aire. La regulación y vigilancia de todo lo ambiental en la Secretaría, y hace dos años se incorporó la Secretaría al Sistema de Aguas de la Ciudad de México. Y por último, Claudia Sheinbaum está a cargo de la coordinación de las obras viales de la ciudad más grande del mundo, en particular de los segundos pisos y más recientemente del proyecto del Metrobús, una línea para autobuses que irán confinados circulando a través de la vía más larga del país: Avenida Insurgentes.

Metida en la dinámica de trabajo tuvo que tomar su postura como funcionaria: “Si uno lo ve de esta manera: Tengo seis años de mi vida para poder hacer algo para la ciudad, la ciudad donde nací, donde viven mis hijos, pues hay que dar todo lo que se tiene en ese momento para dar lo mejor de ti para la ciudad”. Sin embargo, eso no era todo lo que se requería, había que aprender mucho de la capital.

Los distintos intereses, tanto particulares como de partido, son los que van de alguna manera orillando el quehacer, sobre todo para no desgastarse y atender lo indispensable. “Cuando uno está fuera del gobierno cree que es más fácil cambiar las cosas, que una persona solamente tiene que decidir que las cosas deben de ser de una manera para que cambien. Particularmente en la ciudad se requiere la construcción de consensos, y mucha voluntad”.

El pasar del concepto básico del medio ambiente, como lo es el cuidado de los bosques, a la creación de planes, hay un paso muy grande y a veces tortuoso: “Uno de los mayores riesgos de la ciudad en términos ambientales es el crecimiento de la mancha urbana sobre esas áreas. De manera increíble hay bosques que se han conservado a pesar de la presión de la mancha, sabiendo que es ilegal construir en esas áreas, porque crecieron asentamientos que se dieron hace muchísimos años y luego esos asentamientos tienen crecimiento natural: los hijos o los nietos de los primeros que llegaron que ahora quieren vivir en el mismo lugar. Este conflicto permanente entre el crecimiento de la mancha urbana y la protección del suelo de conservación es de los mayores problemas ambientales de la ciudad”.

El cómo resolver este dilema es algo que requiere de mucha pericia y sensibilidad. “Quien invada esas áreas está cometiendo un acto ilegal, no importa de dónde sea, se tiene que salir. Tampoco se pueden proteger esas áreas con puro granadero, hay que desarrollar instrumentos que permitan fomentar la producción agrícola en la zona para que los ejitadarios no vendan sus tierras, compensar por los servicios ambientales que brindan esas zonas”.

Otro aspecto que sin duda hace lento el desarrollo de los planes es la burocracia: “Los gobiernos tienen una carga burocrática enorme, aunque haya nuevas personas que no tengan esta idea, de todos modos las normas en que están construidos los gobiernos es complicadísimo ejecutar cuando quieres hacer algo”. De ahí que se requiera una visión de conjunto para sacar adelante un proyecto. “Esta voluntad que tiene el Jefe de Gobierno, que está con un programa que tiene que ocurrir para que se le dé una vida más digna a la ciudadanía. Esto se pega, si yo considero que estas cosas se tienen que hacer en términos de medio ambiente para beneficio de la ciudad, pues hay que morirse en la raya para que esto suceda”.

Dentro del proceso de aprendizaje que tuvo se encontró con la necesidad de poner bien los pies en la tierra y voltear a su alrededor antes de subirse a los segundos pisos. “Me tocó cuando se construyó el distribuidor vial San Antonio, la problemática de una zona muy pobre que está en la Delegación Álvaro Obregón, que era donde estaba la vía del tren, en donde actualmente van las columnas del segundo piso. Las personas que ahí vivían se oponían a la construcción de la obra por las condiciones de pobreza en las que ellas vivían: era injusto que se invirtiera tanto en una obra y ellos siguieran en las mismas condiciones. Por ello se hizo un programa de vivienda en la zona que permitió que estas personas consiguieran créditos y dejaran sus anteriores condiciones. Entonces se hace una obra vial que tiene enormes beneficios sociales para la gente”.

Así fue que sin imaginarlo mucho ya estaba metida en la construcción de los segundos pisos y más recientemente en el diseño del Metrobús, proyectos que seguido le son recriminados por parecer ir en contra de su función como Secretaria del Medio Ambiente. “Siempre se ha visto el medio ambiente como la protección, conservación y no necesariamente es sólo eso. Hay diversos instrumentos en la gestión ambiental que permiten analizar si la ciudad requiere crecer en términos de desarrollo económico habrá impactos ambientales que se generen, lo mismo si se quiere crecer en transporte público”.

Es verdad que el retiro de un árbol parece una contradicción total con la función de la Secretaría del Medio Ambiente, sin embargo también hay que evaluar si el dejar tal y como están las cosas trae desarrollo y crecimiento como es el caso de Avenida Insurgentes, donde para dar paso al carril central del Metrobús, se tuvieron que talar o transplantar infinidad de árboles. “No queremos quitar todos los árboles, pero también es cierto que se necesita un nuevo sistema de transporte público. Si se retira un árbol hay que ver cómo se compensa. En este caso se siembran seis árboles en determinados lugares por cada uno que se quite”.

Uno de los proyectos más interesantes en que está participando es el rescate de Chapultepec. En él se ha pasado de una controversia que se ganó acerca de si le correspondía a la Delegación o al Gobierno de la Ciudad su mantenimiento y cuidados. Después de ello hubo la colaboración de un grupo de ciudadanos que terminaron formando el Consejo Rector del Bosque de Chapultepec, en donde sus miembros fueron nombrados por el Jefe de Gobierno. “Ellos no ganan dinero, sólo dan su tiempo en la coordinación del Bosque. Ángeles Mastreta, Germán Dehesa, Rodolfo Dirzo, Emmanuel Acha y Adriana Pérez Romo de López-Dóriga”.

Adicionalmente un grupo de empresarios se asociaron en un fideicomiso privado, entre ellos está Marinela Servitje, Carlos Slim Domit, Carlos González, Max Leonardo, Alejandro Soberón. “Es como un patronato que nos ayuda a conseguir recursos para Chapultepec. Iniciamos con un programa maestro en donde el Gobierno del DF pone 30 millones de pesos, y casi un monto similar está poniendo la sociedad, a través de todas estas campañas que se han venido haciendo y de empresarios que han donado recursos. Llegamos a un acuerdo con los ambulantes que estaban dentro de Chapultepec. Y ya en abril se abre la primera sección, y sí se va a notar de manera muy importante el cambio”.

A partir de los resultados en Chapultepec se podrá continuar con el rescate y mantenimiento en Aragón, donde se tomará en cuenta las ventajas que tuvo que involucrar a prestadores de servicios. Así el dinero que se reciba de la renta que paguen los distintos locales que ahí se encuentran se reinvertirán en el mismo lugar para el mantenimiento del bosque.

Actuar directamente en la toma de decisiones seguramente cambia la visión de un investigador. Ahora la realidad se puede medir, analizar, pero también se conoce de frente, de forma tangile, se sufre, se construye, se goza. Una de las formas de conocer esta realidad es subirse a circular por el segundo piso del Anillo Periférico: “Sí me da emoción, cada vez que subo me acuerdo de cuando empezamos, me da gusto. Aunque también me doy cuenta de los defectos, y hay que buscar que se resuelvan, porque somos muy dados a dejar las cosas como están aunque haya errores”.

Las distintas facetas que juega Claudia no la hacen olvidar que antes y después de ser funcionaria fue y será ciudadana: “Como ciudadano a uno le da coraje cosas que se hacen mal y se dejan así. Por eso hay que hacer compromiso con los vecinos, y ellos nos ayudan recordándonos”.

Y a casi un año y medio de terminar su labor tiene claro lo que le resta por dar: “Lo que no me gustaría sería dejar cosas pendientes, cosas que pude hacer y no se lograron. Dejar culminado lo que me plantee, porque si no me dejaría una frustración muy grande.”

En medio de un clima político tan complejo como el de México seguramente no es sencillo ser parte de un partido y a la vez dedicarse a gobernar. La mejor forma es ir paso por paso. “He aprendido a diferenciar entre lo que es un asunto meramente político, un debate entre posiciones que un partido de oposición lanza como parte de la confrontación política, y la otra es la demanda legítima de la gente. En esta última hay que ir a convencer, no queda de otra”.

Aún así no es sencillo lidiar con las voces que estarán siempre en contra de lo que se hace. “Nunca podrás tener unanimidad en una ciudad como esta, si de por sí es difícil cuando hay un grupo pequeño, una familia siempre tiene diferencias”. Un caso claro fue la construcción de los segundos pisos cuando muchos querían que hubiera más líneas del metro: “El Metro en los últimos diez años, a pesar de que se construyeron nuevas líneas, mantiene el mismo número de pasajeros, inclusive en algunos casos se redujo. Hay líneas hipersaturadas como la dos, donde la gente ya no cabe, por lo cual toma un microbús. Si ahí está el gran deseo de movilidad, si ahí están los grandes orígenes destino, qué tal si pones más trenes, y en lugar de que pasen cada cuatro minutos lo hagan cada dos”.

En su propia evaluación así se ve Claudia Sheinbaum: “Como dicen los escaladores: Hay que pensar en el siguiente paso y no forzosamente en la punta de la cima. Hay que plantearse qué hay que hacer hoy, mañana, y luego lo que sigue y de repente ya están ahí los segundos pisos. Y obviamente es gracias a un equipo de trabajo, porque sería imposible hacer las cosas yo sola”.

De su futuro sólo tiene seguro algo: “Realmente no sé qué vaya a pasar, nunca puedes decir qué es lo que pasará en tu vida, pero sigo teniendo un pie en la academia” •LM

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